EL GIGANTE DE HIERRO
Durante la guerra fría, en un pueblo costero del estado de Maine, se estrella un objeto no identificado que resultaría ser finalmente un gigante de metal, el cual junto con el joven Hogarth serán los protagonistas de esta extravagante historia. Tras la llegada a la tierra del gigante se nos presentan las desventuras del mismo tratando de consumir metal de múltiples estructuras construidas por el hombre. Es en una de estas situaciones en las que se conocerán nuestros dos protagonistas los cuales terminarán estableciendo una relación de amistad y aprendizaje.
A lo largo de la película se nos mostrara una especie de dualidad autómata-IA por parte del robot. En múltiples ocasiones, ante la presencia de armas o situaciones peligrosas, el robot ejecutara inconscientemente una serie de rutinas de protección como si de un autómata se tratara, sin embargo, en la mayor parte de la película este actuará como una IA relacionándose con el resto de personajes como lo haría un niño. Es decir, en conjunto, se nos presenta el robot como si de una tabula rasa se tratase en la cual los instintos se verían identificados como las rutinas automáticas del mismo, proporcionando al robot de un comportamiento muy similar al de un ser humano.
Las características principales
de nuestro robot como IA son su capacidad de entender y reaccionar a la
interacción humana y al entorno, su capacidad de aprender, la cual
fundamentalmente se da a través de la imitación de Hogarth, su curiosidad, su
capacidad para tomar decisiones, su capacidad para engañar… En la actualidad
una IA así es imposible en la mayor parte de sus aspectos, como aprender a
partir de la imitación o la capacidad para tener iniciativa.
El uso de la tecnología con fines
armamentísticos es a su vez algo positivo y negativo. Por un lado, mientras que
las vidas de personas sigan implicadas en contiendas bélicas, el desarrollo
tecnológico solamente servirá para causar un mayor daño. Sin embargo, gracias a
la industria armamentística se desarrollan tecnologías que finalmente afectan
al día a día del ser humano facilitando sus tareas. Por otro lado, algo
positivo en el desarrollo armamentístico es la posibilidad de que en un futuro
las bajas de las guerras no se contabilicen como perdidas humanas.
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